Monday, October 15, 2012

La magia de los agujeros de gusano

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Los agujeros de gusano o puentes de Einstein-Rosen son quizá el método espe­culativo más recurrente para referir una máquina del tiempo en términos de físi­ca.

Aunque el concepto ya era manejado por Einstein desde 1916, el término fue ideado y generalizado por el físico teórico Kip Thorne y un equipo de científi­cos del Instituto Tecnológico de California, Estados Unidos, en 1988.

Consiste básicamente en la conexión de dos agujeros negros para crear un tubo que se mantendrá abierto por acción de materia exótica estelar.

Así, las bocas de este túnel de espacio-tiempo podrían conectar dos distintas etapas en la historia.

En realidad esto no podría funcionar de manera correcta debido a que sería destruido por la energía generada en su interior; Stephen Hawking men­ciona que la radiación energética que penetre por un extremo sería reproducida en la otra época y al entrar en un ciclo continuo se duplicaría en cada intercam­bio y acumularía tanta energía que finalmente lo haría colapsar.

El físico Li-Xin Li, del Centro de Ciencia y Tecnología Avanzada de Beijing, China, propuso una solución a este dilema con la ayuda de un espejo gigante.

Basándose en la teoría gene­ral de la relatividad de Einstein, Li-Xin estima que una máquina del tiempo funcional podría construirse a partir de dos agujeros de gusano de diez kilómetros de ancho, cada uno con una esfera reflejante del mismo tamaño a una distancia mínima de su entrada.

De acuerdo con su teoría, publicada en la revista Physical Review, los centros de las esferas deberán estar alineados, de manera que cualquier tipo de radiación y ondas gravitacionales po­drán ser reflejados de inmediato hacia el espacio sin ocasionar daños.

La limitante en todo caso sigue siendo la misma: no sólo habrá que crear un agujero de gusano, tarea por lo demás complicada, también hacer una esfera de tales proporciones y de un material muy resistente.

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